El mundo es un lugar mejor, sí; pero no más seguro

Al finalizar cada año son muchos los que hacen balances sobre lo bueno y lo malo ocurrido durante este periodo. Es inevitable, pues el ser humano acostumbra a evaluar sus acontecimientos para almacenarlos en su memoria. Para la mayoría de los expertos vivimos en la época más pacífica y próspera de la historia. Sin embargo, a esta teoría le han salido varios detractores que subrayan que es un error basarse solamente en términos morales -que están muy bien-, sino que debemos tener en cuenta el alcance de los daños que puede causar un individuo por sí solo.

Entre todos los recuentos de 2016 uno ha destacado sobre los demás. Ha sido el libro de Steven Pinker Los ángeles que llevamos dentro, dedicado a recordarnos los logros y avances alcanzados con el tiempo. “El mundo sigue mejorando en casi todos los sentidos . La pobreza extrema, la mortalidad infantil, el analfabetismo y la desigualdad están en mínimos históricos; vacunaciones, educación básica, incluyendo a las niñas, y la democracia están en máximos históricos”, declara el psicólogo y científico experimental al digital Vox.

Los datos le dan la razón. Solo hay que darse un paseo por las bases de datos que el Banco Mundial recoge en sus página web y comprobar que las personas viven más, y que la mortalidad infantil se ha reducido a una parte ínfima: sobreviven 9,5 niños de cada 10 que nacen el mundo. También hay menos pobreza extrema y la riqueza se reparte más con los países del Tercer Mundo.

Incluso hay menos guerras, aunque estén más mediatizadas. Precisamente esa sea la principal causa por la cual el 87% de la población mundial crea que la situación no ha mejorado en los últimos 20 años, según un estudio del Instituto de Motivación. Ahora somos más críticos y más combativos con las injusticias sociales al tener un mayor acceso a las noticias. Y es que como ya dijo James I de Inglaterra en 1616: “No news is better than evil news.” (Ninguna noticia es mejor que malas noticias).

Economía, migración y terrorismo han sido los principales temas de 2016. En este sentido, Pinker también culpa la calidad de los políticos que han surgido al calor de estos acontecimientos, como el caso de Donald Trump y el fenómeno Brexit en Reino Unido. “La elección de líderes ignorantes inyecta un grado preocupante de incertidumbre en las relaciones internacionales, pero no se puede extrapolar a un pesimismo apocalíptico”, subraya.

 A más tecnología, más capacidad de daño

En el lado opuesto de la teoría de Pinker se encuentra el gurú de la cíberseguridad Bruce Schneier. El experto tecnológico está de acuerdo en que lo esgrimido por Pinker es verídico, “los datos no pueden rebatirse”, sin embargo, cree que las cifras hay que contextualizarlas mejor para que puedan ser analíticas y no se queden en una simple percepción de la realidad.

Schneier se apoya en dos premisas para desmontar la versión formulada en Los ángeles que llevamos dentro. La primera es más personal. Para Schneier las personas tienden a preocuparse más por lo que pasa año a año y no en décadas, como plantea Pinker en su libro. No obstante, en la segunda expone un argumento más técnico a la par que objetivo: “Los avances en la tecnología son incuestionables y ya se aplica en casi todas las áreas de la sociedad. La tecnología permite a los malos hacer un mundo más peligroso”.

“Pinker se basa tanto en el aumento de la moral social y las mejoras en tecnología, y ambos puntos se basan en promedios: una media de las personas y la tecnología que tienen a su alcance. Mi tendencia apunta a esas dos premisas, pero en los valores extremos: la persona más extrema con la tecnología más extrema”, escribre Schneier en su blog. A lo que se refiere el estadounidense es a que hoy en día un solo individuo puede hacer más daño gracias a la tecnología y conocimientos que tiene a su alcance.

Es el argumento que le lleva a ser menos optimista que Pinker: mientras que Pinker habla de una sociedad que seguirá superándose en aspectos morales, Schneier alude a que basta con unos pocos para tirar todo lo conseguido abajo.

“Tarde o temprano, la tecnología va a poner a disposición de una aficionado la capacidad de explotar un arma nuclear, imprimir un virus letal o dirigir aparatos para que asesinen a gran escala. Finalmente, lograremos la tecnología capaz de aniquilarnos a nosotros mismos y, lo más preocupante, es que será tan barata que podrá ser adquirida por cualquiera de nosotros”, reflexiona el gurú de la cíberseguridad.

No obstante, Schneier afirma que todavía ninguno de estos catastróficos escenarios es posible. Su objetivo es deliberar lo que Pinker expone en Los ángeles que llevamos dentro. “No podemos relajarnos y creer que algunas teorías apocalípticas nunca se producirán. Simplemente debemos seguir trabajando para que esto no ocurra”, concluye en su artículo.

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